Título: «El rey se muere»
Autor:Eugene Ionesco Adaptación Jorge Schussheim – Lia Jelin
Género / duración: Comedia del absurdo – 75 minutos
Personajes: Tres femeninos y tres masculinos.
Dirección: Lia Jelín
Website Facebook
2011 / TEATRO- CC Cooperación – Av Corrientes 1543 Buenos Aires
La obra del creador del teatro del absurdo Eugene Ionesco narra las peripecias del Rey Berenguer, un peculiar monarca con dos esposas a quien su médico informa que en una hora -al finalizar el espectáculo, aclara- se va a morir.
Berenguer ha convertido al país otrora poderoso en un imperio tristemente encogido, en ruinas y abandonado. La angustia existencial que le causa la proximidad de la muerte obliga a este Hombre-Rey-Dios a pedir ayuda al pueblo: pedido que fracasa rotundamente y lo lleva a refugiarse en el auxilio de creencias más antiguas, como el sol y los muertos… aunque ni estos pueden salvarlo del hecho consumado.
NOMINADA Premios Teatro del mundo 2011 Mejor Vestuario Maria Oswald / Mejor Fotografía Agustina Perreta
Con
Omar Calicchio – Rey Berenguer 1º
Valeria Lorca – Margarita, primera reina
María Rojí – Maria, segunda reina (También Heidi Steingardt)
Gabriel Rovito – Médico, brijo, astrólogo
Matias Straffe – El Alabardero
y Agustina Cerviño – Asistente, enfermera, Julieta, pueblo
Musica en vivo Octavia Bevilacqua
Escenografía y vestuario Maria Oswald
Iluminación Pedro Zambrelli
Fotos Agustina Perreta
Diseño Grafico Andres San Martin
Producción Ejecutiva Pablo Silva
Asistencia de vestuario Natalia Kesselman
Asistencia Santiago Lagos, Aldana Muzon, Eduardo Colque, Eliana Sanchez
Asistencia de dirección Tony Chavez
Dirección Lia Jelín
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Lo primero que me atrajo de El Rey se Muere, es su carácter desopilante frente a la tragedia.
Claramente mi intención es destacar el tono extremadamente cómico en el que Ionesco plantea la situación, casi como en un vaudeville en el que los personajes salen y entran permanentemente.
La angustia existencial que causa el inexorable escurrir del tiempo, obliga al Hombre/Rey/Dios a pedir ayuda al exterior de sí mismo, en este caso, al pueblo.
Dado el fracaso de este pedido de ayuda, el protagonista sólo atina a encapricharse y comportarse infantilmente (quiero esto, quiero lo otro, quiero lo de más allá… y quiero que todo lleve mi nombre).
En su desesperación el Rey le pide auxilio al sol y a los muertos, aferrándose a los Astros y a los difuntos, creencias en las que el Hombre/Rey/Dios se refugia frente al hecho consumado.
La obra sigue evolucionando. Marca la pérdida del deseo, la confusion frente la vacío de poder. El alabardero ennumera ya no los logros de un solo hombre, sino de toda la humanidad, mostrando que el problema del rey es el de todos.
Julieta enfrenta al Rey a María, el amor y a Margarita, la muerte.
El medico-adivinador-científico-astrólogo-verdugo comprueba que el rey ya no ve, como idea contraria de que Dios nos ve a todos, es decir, a nadie. Y que estamos solos y que la desaparación del Rey/Dios, del poder, del amor y de la vida es inexorable.
Pero desde esta realidad actual latinoamericana podemos leer también la metáfora como el derrumbe de las estructuras paradigmáticas que defininieron durante dos siglos a nuestra región: fin de los partidos tradicionales en Brasil o Venezuela; mujeres presidentes en Chile y en la Argentina; un aborigen terminando con el ciclo inacabable de oligarquía y golpes militares en Bolivia; el desencuadramiento en casi todo el subcontinente de las políticas económicas norteamericanas, etc.
Esta lectura permite establecer un simbolismo en el que el rey y su muerte representan al cambio político y a la decadencia de las instituciones, simbolismo que tiene al alabardero como efigie de las viejas y rígidas creencias y tradiciones; al primer ministro como ícono de los políticos acomodaticios; a Julieta como al pueblo, y a ambas reinas como al amor y al desamor por ese poder que muere, aunque y paradojalmente es la reina jóven la que defiende eso y la reina vieja, más sabia, la que acompaña al rey hasta su momento final.
Lia Jelin
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EL AUTOR
Autor teatral, máximo exponente del teatro del absurdo. Nacido en Slatina, Rumania, el 26 de noviembre de 1912, Ionesco pasó su infancia en París, aunque volvió a Rumania cuando contaba trece años. Aprendió francés en Bucarest, antes de regresar a París en 1938 para escribir. Sus obras teatrales describen la ridícula y fútil existencia humana en un universo totalmente impredecible, en el cual, debido a sus innatas limitaciones, las personas son incapaces de comunicarse unas con otras. Su pesimismo forma parte de la base del teatro del absurdo, un movimiento teatral que se lamenta de la falta de sentido de la condición humana. A pesar de las serias intenciones de Ionesco, sus obras rezuman humor y son ricas en situaciones cómicas. Movimiento de vanguardia, especialmente al introducir las obras de un sólo acto, los autores del teatro del absurdo utilizan técnicas tales como el ambiente sofocante, el lenguaje sin sentido y las situaciones ilógicas para enfatizar la extrañeza y el aislamiento humanos. La cantante calva (1948) es una sátira que exagera algunos aspectos de la vida cotidiana con el fin de demostrar la falta de sentido del personaje. Éstos forman un gran galimatías al hablar y se muestran incapaces de comunicarse unos con otros. Ionesco utiliza esta misma técnica recitativa en La lección (1950), en la cual, un profesor lunático asesina a sus alumnos. En esta obra toca el tema del miedo a la muerte, que formará parte inseparable de sus últimos trabajos. En Las sillas (1952) dos ancianos hablan con dos personajes inexistentes. Amadeo o cómo salir del paso (1953) trata de una pareja dentro de la cual los sentimientos que una vez tuvieron el uno hacia la otra, muertos ya, van produciendo un cadáver que crece amenazadoramente hasta que consigue rodearlos a ambos. El nuevo inquilino (1956) se centra en un personaje confinado en el espacio de un sillón. En El rinoceronte (1959), la obra quizá más conocida de Ionesco, los habitantes de una pequeña ciudad se transforman en rinocerontes. El personaje principal, prototipo del hombre normal al comienzo de la obra, va siendo apartado de la vida de la pequeña sociedad de su ciudad a medida que lucha contra el conformismo de sus habitantes. La sed y el hambre (1964) retrata a un hombre que, hastiado por un estable matrimonio, busca satisfacción por doquier, aunque sin éxito alguno. Entre las demás obras de Ionesco hay que citar El rey se muere (1962) y Macbeth. Ionesco fue nombrado miembro de la Academia Francesa en 1970. Escribió asimismo textos acerca del teatro, memorias, y la novela El solitario (1974)
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